sábado, 28 de noviembre de 2015

El tercer piso

Hace poco menos de una semana que tuve la dicha, una vez más, de darle una vuelta entera al sol. ¡Cumplí años! Y no cualquier cumpleaños. ¡Finalmente he cumplido... los veintidiez! No bueno, ahora en serio, finalmente he alcanzado el temible tres-cero.

¡De veintidiez añitos! :D

Ahora me despido de mis veintialgos, una época que pasé íntegramente en la Universidad Simón Bolívar (salvo por los 8 meses que pasé en la empresa Smartmatic trabajando). Fue una época de mucho aprendizaje y de duros cambios, pero sin duda también la mejor época de mi vida. Estos años me vieron transformarme de un niño a un adulto, de lo que era a lo que soy. Me vi convertirme poco a poco en aquel a quien hoy conocen y no podría estar más agradecido con el tiempo que ha pasado.

La década pasada descubrí mi gran pasión, que es enseñar. Además, descubrí que realmente me gusta mucho la computación y la matemática. Pude formarme como un profesional, bastante íntegro hasta donde mi propio criterio puede discernir. Me gusta aprender de muchas cosas y me cuesta mucho decir que no a nuevos proyectos. Esta década realmente me definió profesionalmente. Aprendí de muchas áreas, incluso tuve la dicha de competir en diferentes eventos relacionados con la carrera. En resumen, Confucio estaría orgulloso cuando dijo: "escoge un oficio que te guste y no tendrás que trabajar un sólo día".

Mas no sólo en lo profesional he crecido, sino también en lo personal. He conocido a muchas maravillosas personas esta década. Algunas se mantienen, otras ya se han ido, pero todas han dejado su huella en mi persona. He tenido amigos, parejas, mentores y todos ellos me han enseñado algo invaluable. Agradezco cada uno de los momentos compartidos; incluso aquellos que no son tan bonitos. Agradezco cada momento pasado, pues cada uno me ha llevado a ser lo que soy hoy.

Un excelente discurso de grado que escuché recientemente expresaba algo como: "no estén orgullosos sólo de sus éxitos, sino también de sus fracasos. Después de todo, son sus fracasos los que realmente han hecho de ustedes lo que son y los han formado como vencedores". Esa idea me encanta y la comparto completamente. Esta década no ha sido toda felicidad, sino de hecho bastante accidentada. Muy pocos saben que detrás de una sonrisa constante siempre se oculta un mundo de complejidad. Los pocos que lo saben, podrían constatarlo. Pero no me arrepiento. Todo ese dolor que en algún momento pude experimentar es parte de mi, es parte de lo que soy, y definitivamente, será parte de lo que seré. Más aún, toda la felicidad, alegría y optimismo que decidí tomar como filosofía personal de vida me continuará guiando siempre.

Bueno, esto es lo que quería compartir por ahora. De frente ante el tercer piso, a ver que aventuras depara esta nueva década. ¡Hasta una próxima entrada! :D

martes, 3 de noviembre de 2015

Las cuatro interrogantes

A través de mi estancia en la universidad, y en general en el entorno académico, he visto que existe una variedad de estilos de pensamientos que abarcan desde lo más abstracto, hasta lo más concreto. Las personas que pertenecen al mundo académico, tienen como su norte la creación, uso y difusión del conocimiento. Sin embargo, cada uno resuelve este objetivo desde una perspectiva distinta.

Adaptación a la representación del Prof. Jorge Baralt

Me gustaría compartir hoy una reflexión que tengo tiempo pensando, y trata de agrupar el estilo de pensamiento académico en torno a cuatro interrogantes fundamentales: ¿Para qué?, ¿Cómo?, ¿Por qué? y ¿Qué? Cada una de éstas corresponde a un estilo, y representa (con sus diferentes matices) a cuatro tipos de pensamiento que he visto en la universidad.

¿Para que?

Las personas que viven el ¿Para qué? son esencialmente pragmáticas. Se ocupan de conocer y de explorar, con el principal objetivo de aplicar a otras circunstancias. Estas personas tienen una mentalidad práctica y proactiva. Cada ocasión en la que aprenden algo nuevo, están pensando en cómo aplicar ese conocimiento a situaciones particulares que conocen y manejan.

¿Cómo?

Las personas que adoptan el ¿Cómo? son naturalmente curiosos por la tecnología y hábiles para resolver problemas. Son los "ingenieros de corazón". Exploran herramientas y tecnologías novedosas que los ayuden a hacer mejor su trabajo y, aunque usualmente se interesan en saber como funcionan, más se interesan en cómo utilizarlas. Sin embargo no son iguales a los ¿Para qué?, ya que estos últimos ven las herramientas como medios para un fin. Los ¿Cómo? ven la herramienta como un fin en si mismo.

¿Por qué?

Estas personas, que llevan el ¿Por qué? son los verdaderos científicos. Su llamado intelectual no va hacia la aplicación, o la tecnología, sino a descubrir por qué las cosas son como son. Les apasiona realizar experimentos y comprobar sus hipótesis. Cada nueva respuesta trae consigo una infinidad de otras preguntas. Quieren saber como funciona el mundo, el universo, el tiempo, todo.

¿Qué?

Los más elusivos y escasos, las personas que siguen el ¿Qué? son aquellos que no se conforman con entender el mundo, sino que buscan fundamentarlo, demostrarlo, construirlo y hasta destruirlo en su discurso. Estas personas elaboran teorías, incluso formales, pero no buscan medirlas o aplicarlas. En ellos convergen las otras interrogantes, pues a través de la abstracción intentan modelar éste y posiblemente muchos otros mundos.

Quizá algo curioso de esta clasificación es que va de lo más concreto (pragmático) a lo más abstracto (filosófico) y en verdad a las personas de cada categoría les cuesta entender a las personas de las categorías más abstractas. Sin embargo, estas mismas personas pueden y normalmente se aventuran a la interrogantes que conciernen a las más concretas.

Además, esta clasificación está en linea con la división pictórica que propone el prof. Jorge Baralt: El conocimiento humano es como un puente para vehículos.
  • Finalmente se construye el puente para que pasen los vehículos. Ésta es la praxis.
  • Pero los vehículos no pueden transitar sin el piso del puente sobre el que puedan estar. Ésta es la tecnología.
  • Mas un puente necesita de bases que lo sostengan en pie, y lo mantengan estable y rígido. Ésta es la ciencia.
  • Pero, ¿dónde está el puente? ¿qué es lo que atraviesa y cuál es su razón de ser? ¿Sobré que se levanta? Podría ser un puente sobre un lago, en cuyo caso, el agua es la filosofía. O más bien el lecho (comentario hecho a posteriori por el mismo Jorge), ya que no es importante si hay o no agua, sino que exista una base sobre lo cual fundamentar todo lo demás.


Así bien, los ¿Para qué? son pragmáticos, los ¿Cómo? son tecnólogos, los ¿Por qué? son científicos y los ¿Qué? son filósofos. Claro, con todos los matices y particularidades que puedan surgir.

Y esto era lo que quería compartir hoy. Este es el tipo de cosas extrañas y locas en las que pienso cuando me ven callado y sin ver a ningún lado en particular. xD

¿Que opinan?

Hasta una próxima entrada. :D