sábado, 9 de septiembre de 2017

La formalidad

Todos los que me conocen bien saben que soy alérgico a las formalidades sociales que se imponen al lenguaje, la vestimenta y a el trato en general. Soy fiel creyente de que el respeto se gana con amistad, confianza y humildad, no con intimidación o distancia. No digo que toda expresión de formalidad sea negativa, pues existen personas que disfrutan de ser formales y lo han adoptado a su personalidad. Pero, para quienes no estamos en esa misma onda, las expectativas comunes son absolutamente innecesarias.

Ola, ke ase?

El lenguaje es una construcción completa muy rica, versátil y útil. El surgimiento de frases con mayor o menor grado de formalidad es común en una gran cantidad de lenguas (con orígenes diferentes), por lo que es natural pensar que clasificar a las personas y dirigirse a ellas de forma distinta, dependiendo de su clasificación, es algo instintivo de la especie humana. Sin embargo, en especial en el Castellano, las frases formales suelen ser mucho más largas, secas y carentes de emotividad. Mucho de la comunicación se pierde en el proceso. Frases como "Ante todo reciba usted un cordial saludo" son aburridas e impersonales. Mucho mejor es "¡Hola! ¿Cómo has estado?". En vez de decir que se envía un saludo cordial, ¿no es mejor enviar el saludo cordial directamente?

Me gusta creer que la gran mayoría de las personas que conozco son gente buena vibra, con quienes puede haber uno o más puntos que haga nacer amistades. ¿Y qué es un amigo sino una casualidad de tiempo y espacio? Todo el mundo tiene cosas geniales que compartir, si se está dispuesto a verlas y a compartirse uno mismo a cambio. Parte de esta filosofía, es que me niego a llamar a la gente por su título (ingeniero, licenciado, doctor, etc.), profesión (profesor, director, etc.) o incluso su apellido. Sólo llamo a las personas por algo distinto a su nombre cuando explícitamente me piden hacerlo y se convierten en excepciones a la regla. Además, muy rara vez "ustedeo" a las personas. Sólo lo hago cuando recién conozco a una persona, veo es de carácter tradicionalista y que, de no comenzar el contacto formalmente, podría verse confundida por el exceso de "confianza" de buenas primeras. Pero, a las pocas interacciones, no hay a quien no le hable de "tú" y por primer nombre, sean profesores, jefes, celebridades o cualquier otra persona.

Una parte importante de mi personalidad, aunque no suelo hacer énfasis en ello, es mi forma de vestir. Si me han visto regularmente, sabrán que mi elección usual de vestimenta es jeans y una franela, junto con una camisa manga corta encima. Esto lo hago de forma completamente intencional y consciente. No sólo me gusta en apariencia, sino que envía un mensaje importante: apertura. Soy una persona muy abierta a establecer nuevos contactos, a discutir nuevas ideas y a emprender nuevos proyectos; y no me considero más ni menos por hacerlo. Me gusta vestir de forma sencilla, alineado con como soy y mostrando al mundo que estoy abierto a recibirlo. ¿Siempre me visto así? Claro que no. Hay salvadas ocasiones que merecen la camisa manga larga cerrada y los pantalones de vestir (fiestas elegantes o cenas especiales) y en tales ocasiones elegantes, me gusta vestir elegantemente. Sin embargo, en mi día a día, prefiero mi propio estilo: sencillo, abierto y lo mejor combinado posible.

¿Por qué decido escribir sobre esto? Este blog lo abrí como un desahogo, cuando estaba en las etapas finales de mi tesis de maestría y no podía con la enorme presión que el trabajo me ponía. Desde ese entonces, sigo usando este blog como un desahogo: una especie de "diario público". Agradezco mucho a quienes se han tomado el tiempo de leerlo, pero es cierto que mucho de lo que escribo no son más que desahogos de la vida cotidiana. Escribo hoy esta entrada, para recordarme a mí mismo quién soy. Hace no mucho casi permito que alguien cambiara mi forma de ser completamente, pero finalmente el destino no quiso que tal transformación se llevara a cabo. Por difícil que fuera, debo agradecer a la vida y al destino por recordarme quién soy y todo lo que puedo lograr creyendo en lo que soy (es cursi, pero es cierto).

Éste ha sido sin duda uno de los años más exitosos de mi carrera, repleto de nuevas experiencias, contactos y oportunidades. Logré llegar a donde estoy siendo fiel a mi mismo, a mis creencias y a mis principios. Estoy muy feliz de haberme dado cuenta a tiempo, aunque tal realización fuera forzada y abrupta. Y bueno, esto es lo que quería compartir por ahora. Si estás entre los que lee estas locuras ocasionales, ¡gracias por la compañía digital! Hasta la próxima entrada. :)

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