martes, 12 de enero de 2016

Buena suerte, mala suerte

Hoy en la mañana ocurrió un serie de eventos que no hay manera de catalogar en un sólo sentido, como buena o mala suerte. Mas bien era un vaivén de eventos afortunados y desafortunados que se entretejieron de una manera increíble, casi diseñada intencionalmente. En este post quiero relatar cómo fue esta inusual mañana:

La mañana más balanceada que he vivido.

Todo comenzó a las 5:30am. El despertador del celular sonaba, pero no hallaba voluntad para atenderlo. Poco a poco fui recobrando la conciencia y salí de la cama. Ya eran casi las 6:00am. Para poder alcanzar el autobús de empleados de la universidad, la hora máxima de salida de mi casa es a las 6:30am., y eso si tomo el camino millonario de tomar un taxi hasta donde es la parada. ¡Tenía que apurarme!

En 25 minutos logré bañarme, vestirme y preparar todas las cosas para salir, justo a tiempo para alcanzar el autobús. ¡Que buena suerte! Salgo casi corriendo de la casa y al llegar a la planta baja del edificio veo mi celular. Había dos mensajes de texto que decían que no había transporte de empleados en la mañana. Como ya había pasado varias veces la semana pasada, no había razón para dudar de que así fuera. ¡Que mala suerte!

Me regreso a mi casa. Apurarse había sido un acto totalmente fútil. La única opción era ahora dar la vuelta por Caracas para llegar: ir hasta Bellas Artes y tomar el bus ahí. Con las actividades citadinas ya volviendo a la normalidad, veía venir una gran cola en mi futuro, pero estaba dispuesto a ir de todas formas. Preparo mi bolso en modo "viajar por Caracas", quitando todo lo que no fuera estrictamente necesario, y salgo nuevamente. A todas estas no he vuelto a ver mi celular y son ya más de las 6:40am. Cuando llego a planta baja nuevamente, veo que tengo un nuevo mensaje. Abro el mensaje. Me informan que viene un autobús de reemplazo. ¡Que buena suerte! Pero con lo que tardé al devolverme a mi casa, ni de broma me daría chance de alcanzarlo. ¡Que mala suerte!

No había nada que hacer para poder alcanzar ese autobús de reemplazo. Me dispongo a esperar a un autobús que me lleve a la redoma de San Antonio y así comenzar la travesía Caraqueña. El autobús tardó casi 20 minutos en llegar y, cuando lo hizo, venía tan full que no cabía ni el pensamiento de irse en él. ¡Que mala suerte! Sin embargo, repentinamente un grupo de personas se bajó y abrió el espacio justo como para que entrara yo. ¡Que buena suerte!

¡Lo había logrado! ¡Estaba en camino! La felicidad no duró mucho cuando a los pocos metros nos encontramos con una fuerte cola. Estaba ensardinado en el bus, incómodo y con calor, con una de esas personas que les encanta hablar de cualquier cosa con extraños a no más de 30 centímetros de mi cara. La distancia de mi casa hasta la redoma de San Antonio es de unos 3 kilómetros. El autobús tardó casi 30 minutos en llegar hasta ahí. ¡Que mala suerte!

Llego a la redoma finalmente y, para mi sorpresa, veo a un grupo de la universidad reunido esperando. A esa hora es algo muy poco común, por lo que me acerco y pregunto que pasaba. Me dicen que el autobús de estudiantes, que sale normalmente a las 6:30am, se había retrasado y seguían esperándolo. Pero ya no quedaban muchas personas, la mayoría se había fastidiado e ido, o incluso se habían ido coleados en el bus de empleados. Sin embargo, habían llamado y el autobús si venía en camino. ¡Que mala suerte, para ellos! ¡Que buena suerte, para mi!

Me dispongo a esperar con ellos. Revisamos las cuentas de tráfico que dan informes sobre la Panamericana y leemos que hay un derrame de combustible en el kilómetro 4 y un choque de vehículos en el kilómetro 7. ¡Que mala suerte! Eso explicaría por que viene con tanto retraso el autobús. ¿Quién sabría cuanto más habría que esperar ahí? ¿Quién sabría el nivel de cola que íbamos a agarrar? En medio de la preocupación, casi ni notamos que el bus llegaba a nuestras espaldas. No habían pasado ni cinco minutos desde que hubiera llegado yo ahí. ¡Que buena suerte! Sin embargo, era "La Barbie", el infame autobús zombie. Zombie, por que ya no debería estar rodando, pero lo hace. O quizá Frankenstein, con tantas reparaciones menores que posiblemente sea irreconciliable con su versión original. En fin, el bus más incómodo de los que quedan en la ruta. ¡Que mala suerte! Pero ya va, habían cambiado los asientos y pusieron unos mucho más cómodos. ¡Que buena suerte!

El bus avanzó y avanzó y no conseguimos ni una pizca de cola en el camino, a pesar de las predicciones. ¡Que buena suerte! Llegué temprano a la universidad, casi como si hubiera alcanzado el autobús de empleados. Pero había cambiado mi bolso a modo "viajar por Caracas" de forma innecesaria y mucho de lo que necesitaba para trabajar en el día lo había dejado en casa. ¡Que mala suerte! Aún así, me ahorré un largo y cansado viaje, y pude llegar a aprovechar el día de la mejor manera posible. ¡Que buena suerte!

---

Y este es el cuento de la mala suerte, buena suerte o ambas. ¡Interesante inicio de día! xD Finalmente el día fue mucho menos productivo de lo que esperaba, tanto en lo profesional como en lo personal, pero como mínimo me ha dado un divertido relato que contar, jajaja. ¡Hasta una próxima entrada! :D

No hay comentarios:

Publicar un comentario